En medio de la barahúnda informativa sobre Cuba, consecuencia de los sucesos del pasado domingo 19 de marzo, me llamó la atención la actitud asumida por algunos artistas, renuentes a hacer comentarios para respaldar los justos reclamos de nuestro sufrido pueblo.
Contrarios a la posición adoptada por ellos, otros artistas que residen en Cuba y que están expuestos a la represión directa de la dictadura, han expresado su apoyo a los justos reclamos del pueblo. Eso es lo que marca la diferencia entre quienes optan por una actitud cívica digna y los que pertenecen a la “generación del pan con bistec”.
Conozco perfectamente la fatuidad, egolatría y afán de notoriedad que signa a no pocos de los que dicen estar contra la dictadura.
En medio de la efervescencia popular que volvió a levantar las esperanzas de los que sí nos solidarizamos con nuestro pueblo, los comentarios hechos en las redes sociales por Eddy Suárez y Jorge Ferdecaz, cuando menos, merecen los calificativos de inoportunos y desafortunados, porque más allá de la importancia real de su obra todo artista debe saber que es una figura pública y, por tanto, debe cuidar sus expresiones.
Eddy Suárez escribió el siguiente mensaje que transcribo tal y como apareció en el programa de Alexander Otaola el pasado 19 de marzo:
“Ese de ahí, soy yo el 11 de julio de 2021, en medio de las calles, protestando y viviendo DE VERDAD lo que se vive en una protesta en Cuba: Y DESDE ESA EXPERIENCIA yo no puedo atreverme a MANDAR a nadie para la calle y les muestro mi empatía, pero yo no voy a hacer ese LLAMADO. Yo sé lo que les hacen, yo vi los golpes, los palos, los jóvenes y ancianos en el suelo, mis amigos presos. YO NO MANDO A NADIE desde mi casa en Miami a que se exponga a eso, porque yo sé cuan terrible es y el miedo que se siente por ti y los tuyos.
Hay activistas, políticos, periodistas, medios que han visibilizado por años lo que pasa en Cuba y respeto su trabajo y lo aplaudo. Ellos son los encargados de eso”.
Más allá del autobombo me resulta penoso que haya hecho ese comentario en Miami, donde todavía hay hombres que purgaron más de veinte años de cárcel en Cuba y han asumido ese sacrificio con extraordinaria humildad.
Aunque fuera cierto que Eddy participó en las protestas, él no sufrió la misma mala suerte de quienes todavía están en prisión. Hay muchos, muchísimos cubanos que han visto ese panorama narrado por él y no dejaron de luchar por la patria, porque el miedo y el dolor por los golpes, ambos sentimientos muy humanos, pueden superarse, lo que sí no puede superarse es el vacío que provoca vivir sin compromisos éticos, cívicos y políticos.
El destino de Cuba no está solo en las manos de los activistas, periodistas independientes y disidentes como erróneamente cree Eddy Suárez porque todos los cubanos de buena voluntad deberíamos luchar por el cambio. Debería recordar, esta hermosa frase de Martí: “Se es libre, pero no para ser vil: no para ser indiferente a los dolores humanos; (…) El hombre no tiene la libertad de ver impasible la esclavitud y deshonra del hombre, ni los esfuerzos que los hombres hacen por su libertad y honor”.
Jorge Ferdecaz fue más allá, según lo que posteó en las redes sociales y apareció en el programa citado: “Cuando creías haberlo visto todo, aparece Carlos Masola haciendo pública su solidaridad con Rosa María Payá y para ello, entre otras perlas, nos comparte su deseo profundo de ver a Trump nuevamente en la casa blanca (sic), a fin de cuentas si repite su mandato, sería el comandante del ejército americano y de serlo la ilusión, el sueño, el deseo tremendo de Carlos de ver el Army entrando a la isla, estaría mucho más cercano de cumplirse. Lo primero que debería hacer el actor es empaparse de la vida y el pensamiento de Oswaldo Payá, si pretende homenajearlo”.
Duele que un artista como él, que ha tenido visibilidad y empatía con el público cubano, la emprenda contra un colega que piensa distinto y se ha atrevido a hacer en Cuba lo que él no hizo cuando estuvo allá. ¿Será Ferdecaz “revolucionario”?
Más allá de sus juicios sobre Trump y la imaginada invasión de la que siempre se nos habla y nunca ha ocurrido, ni parece que va a ocurrir, Ferdecaz olvida que la solución de nuestros problemas está en nosotros mismos y sobre todo, en quienes desde allá, tratan de hacer algo. Vincular únicamente la libertad de Cuba a una posible acción militar estadounidense empequeñece nuestra dignidad, pero denostar contra los que están haciendo algo por esa libertad, ahora mismo, en Cuba, es extremadamente censurable, como también lo es hacerlo contra personas que nos superan en virtudes y valores ciudadanos y que ya están muertas físicamente.
Y eso es lo que ha hecho Ferdecaz al tratar de enlodar la imagen de Oswaldo Payá Sardiñas, uno de los cubanos más dignos y patriotas de nuestra historia reciente.
Acaba de morir en Cuba Daniel Santovenia, quien cumplió casi treinta años de prisión en Cuba. Él sí supo de verdad lo que es el sufrimiento y la injusticia, pero como se aprecia en el video que Cubanet publicó acompañando la noticia sobre su muerte, siguió clamando por la unidad de todos los cubanos.
Sus ejemplos me permiten identificar donde esté el ciudadano entero y donde el patriota de mantequilla.
Creo que si en estos momentos es loable darle la bienvenida a todo lo que tiende a unir debemos rechazar con firmeza todo lo que nos desune.
Posiciones como las asumidas por estos artistas no ayudan en nada a la lucha por la democracia, todo lo contrario, solo sirven a la dictadura. Ojalá que ambos recapaciten y en el futuro adopten actitudes realmente dignas.
Roberto Jesús Quiñones Haces