Patria es humanidad”, dijo el Apóstol.

Teniendo en cuenta que salió de Cuba siendo muy joven, me inclino a creer que su intenso peregrinar por varios países lo llevó a formarse ese concepto, apartado de las lindes circunscriptas a su lugar de nacimiento.

En ese pensamiento, el término “humanidad” incluye la sensibilidad y la compasión por las desgracias de otras personas, que es otra de las acepciones de la palabra.

Así la patria adquiere un sentido que nos proyecta hacia el bien y que se me antoja diferente al que Martí nos legó en estos versos extraordinarios: “Dos patrias tengo yo, Cuba y la noche. ¿O son una las dos?”, donde la noche parece ser un símil de la desventura, las incomprensiones, las dificultades, la soledad, aunque pueda concluir que en medio de esa situación también puede hallarse la belleza que hace grande al ser humano. Pero, sobre todo, vista así, la patria tampoco escapa de la dicotomía luz-sombra, que no es otra que la del bien frente al mal.

Tanto en la época de Martí como en la nuestra, a la par de una patria de luz va otra de sombras. Unas veces las acciones de la primera disminuyen a la segunda. Y viceversa.

El primero de enero de 1959 parecía que Cuba iba a entrar en una permanente eclosión de luz. El júbilo inicial fue tan grande que muy pocos se percataron del peligro. Esos adelantados pagaron un precio muy alto.

Quienes entonces éramos unos niños y jugábamos despreocupadamente, desconocíamos que el dolor y la muerte seguían presentes y que la libertad anunciada por los triunfadores seguía siendo una quimera. Luego la luz fue disminuyendo, también el júbilo, hasta llegar a esta situación calamitosa, donde los logros artificiales del castrismo se han hecho añicos, entre ellos los servicios de salud.

En medio de la crisis multifuncional que asola a Cuba, una niña cubana, Amanda Lemus Ortiz, parecía condenada a morir por los tentáculos de la burocracia y la desidia.

Amanda necesitaba un trasplante de hígado y contaba con el donante apropiado, que en su caso es lo principal, pero faltaban los recursos necesarios. En vez de reconocerlo con humildad, las autoridades cubanas se deshicieron en justificaciones que provocaron una ola de indignación en las redes sociales.

El caso de Amanda solo es un ejemplo de las limitaciones actuales del sistema de salud cubano y lo que se debe esperar de él. Si Amanda fuera hija o nieta de Raúl Castro o de algún alto dirigente cubano los recursos habrían surgido inmediatamente, pero no lo es.

La dictadura, que sí tiene dinero para comprar autos patrulleros para reprimir al pueblo y para construir hoteles para el turismo extranjero, hizo como el avestruz en el caso de la niña Amanda, la cual se deterioraba físicamente ante sus padres.

Pero su madre dio la batalla en las redes sociales y un alma noble que se identifica como Lara Croft se hizo eco de su dolor y se involucró en el caso. La plataforma GoFoundMe inició una campaña de recaudación de dinero que permitió obtener la cantidad suficiente para que la niña fuera con sus padres a España, donde acaba de ser operada con éxito este 15 de marzo.

Me alegré mucho por Amanda, por sus padres y por Lara Croft, o lo que es lo mismo, por esa parte luminosa de la patria que se niega a morir a pesar de las adversidades.

Esa es la misma parte luminosa de la patria que le arregló la casa a Fernando “el príncipe del piano”. La misma que se levantó pacíficamente contra la dictadura el 11 de julio de 2021. La misma que de forma anónima envía alimentos, medicina y dinero a los familiares de los presos políticos. La misma que sale a las calles de Santa Clara para dar comida a los deambulantes. La misma que de forma gratuita prepara expedientes de los presos para enviarlos a instituciones internacionales.

Contra esa patria luminosa va la patria del odio y la represión, que no es otra que la de las sombras, formada por policías incultos y abusadores, por burócratas corruptos y políticos alejados definitivamente del pueblo. Esa es la parte de la patria que sintió placer al robarle al periodista José Luís Tan Estrada los medicamentos que llevaba para niños diabéticos hospitalizados el pasado 7 de febrero, porque, según la Seguridad del Estado, tales medicinas fueron compradas “por contrarrevolucionarios”. Es la misma que se refocila en manipular la realidad, la que siente desprecio por el pueblo y que está renuente a cualquier cambio que implique mejoría si lleva aparejado algún riesgo para sus privilegios.

Como el yin y el yan así va la lucha de ambas patrias.

Los que comulgan con la patria luminosa no deben temer a los embates de la patria de las sombras, aunque contra ellos la verdadera prensa mercenaria, la prensa esclava, secuestrada y pagada por los comunistas, vierta los más disímiles epítetos y mentiras para tratar de mancillar su honra, para luego, encima, tratar de enviarlos a los tribunales para recibir el castigo de una ley que solo sirve a los poderosos. No deben temer, porque como también nos advirtió Martí: “La honra puede ser mancillada. La justicia puede ser vendida. Todo puede ser desgarrado. Pero la noción del bien flota sobre todo y no naufraga jamás”.

Es mi deseo que Dios bendiga mucho y siempre a los cubanos que en medio de tanto dolor e incertidumbre siguen apostando por la bondad.

Amanda vivirá, han dicho los médicos. Quiera Dios que así sea. Yo también estoy feliz. Quiero que ella viva y crezca en medio de la patria de la luz.

Roberto Jesús Quiñones Haces

 

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