Cuando fui por primera vez a prisión, en el año 1999, tuve la oportunidad de estudiar la palabra de Dios.
Entonces me convencí de que la tarea más difícil que tenía por delante no era luchar contra la maldad humana, las injusticias y el comunismo, sino tratar de convertirme en un mejor ser humano. En esa batalla sigo, a veces con más yerros que logros.
He aprendido a levantarme después de cada caída. Y también he aprendido a perdonar a todos los que me han hecho daño, a estar precavido ante los hipócritas y los opositores de mantequilla que han hecho de la libertad de mi patria un negocio para sus bolsillos y sus insaciables egolatrías. Haberme comprometido únicamente con mi conciencia me ha permitido analizar con más calma y objetividad la realidad cubana.
Contrariamente a los que muchos piensan, el perdón no excluye la justicia.
El castrismo ha resultado nefasto para toda la nación cubana. Hubo muchos cubanos que se percataron a tiempo de que ya no había espacio para ellos y partieron de inmediato hacia el exilio. En definitiva, “Patria es humanidad”, como certeramente dijo José Martí, a lo que pudiéramos añadir: “Donde haya lumbre y vino tengo mi hogar”, recordando a Joan Manuel Serrat.
En el decurso del ya muy prolongado exilio de los cubanos no han faltado sonados casos de “deserción” y “traición”-uso la terminología castrista-de personas que hasta el momento del cambio de su postura estuvieron plenamente identificadas con la dictadura cubana. Pero ahora, lo que antes era excepción se ha convertido en regla.
¿Qué vienen muchos cubanos trabajadores, buenas personas, a los EE.UU.? Es cierto. También lo es que, a muy pocos de ellos, poquísimos, les queda bien el sayo de “perseguido político”, para aplicar a la Ley de Ajuste Cubano. Y en tal sentido hay que reconocer que desde la promulgación de esa ley hasta hoy las diferentes administraciones estadounidenses han sido muy generosas con los cubanos.
Los hechos
En noviembre de 2021, coincidiendo con la agudización de la crisis económica y política que sistemáticamente sufre Cuba desde 1959 y con el aumento significativo de las protestas populares, la dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua, en contubernio con la cubana, decidió abrir sus fronteras para permitir el libre flujo de los cubanos hasta la frontera sur de los EE.UU. Desde entonces se calcula que más de 250 000 cubanos han ingresado a este país por esa vía.
A los cubanos que optaron por salir de esa forma se les obligó-y se les obliga aún- a comprar un boleto de avión de ida y vuelta, por lo que tuvieron y tienen que desembolsar más de $3.000 dólares, un precio leonino si tenemos en cuenta la distancia entre ambos países. Hubo momentos en que los boletos costaron más de cinco mil dólares, así que podemos imaginar los cuantiosos dividendos económicos que ambas dictaduras han obtenido gracias a esa decisión, amén de que ambas son responsables directas del fortalecimiento de las mafias encargadas de la trata de personas.
Dentro de ese numeroso grupo de cubanos llama la atención la cantidad de ex policías, ex miembros del Ministerio del Interior, las Fuerzas Armadas Revolucionarias, la Seguridad del Estado, ex dirigentes del partido, el Poder Popular y las organizaciones de masas de la mal llamada sociedad civil cubana, que ahora mismo están viviendo en este país.
Establecida en Kentucky está Arelis Casañola Quintana, ex presidenta de la Asamblea Municipal del Poder Popular de la Isla de la Juventud, ex miembro del comité municipal del partido comunista de ese territorio, ex dirigente de la Federación de Mujeres Cubanas y graduada de la Escuela Superior del Partido “Ñico López” en la especialidad de Defensa Nacional. Ahora Arelis es “una perseguida política”.
Hace menos de dos meses Liván Fuentes Álvarez, quien sucedió en el cargo a Arelis Casañola Quintana, llegó a un aeropuerto de La Florida bajo la cobertura del programa de parole humanitario. Debido a que las autoridades del Servicio de Inmigración habían sido advertidas sobre sus antecedentes y vínculos con la dictadura no se le permitió entrar.
En la frontera sur de los EE.UU. está Vanelis Marzo Cabrera, quien fue la primera secretaria del partido comunista en el municipio Regla, La Habana. Está a la espera de la entrevista que le permita entrar a este país porque, ahora, ella también es otra “perseguida”.
En Brandon, La Florida, vive Anabel Campos de Castro, hija de dos connotados testaferros de la dictadura cubana en Guantánamo. Anabel, graduada de la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI), fue la principal testigo de la Fiscalía en el juicio contra los pastores evangélicos Ramón Rigal y Ayda Expósito. Varios opositores han expresado que desde su trabajo en el Joven Club de Computación de Guantánamo participó en campañas de descrédito contra los opositores. Ahora ella es también otra “perseguida política”.
En Tampa vive Amalio Alfaro Matos, ex presidente de la Sala de lo Penal del Tribunal Provincial Popular de Guantánamo, quien ha presidido varios juicios contra opositores políticos y ha cometido numerosas injusticias desde ese cargo. Una de ellas fue negarme el derecho a una vista de apelación en agosto de 2021, cuando fui detenido y golpeado salvajemente por la policía frente al tribunal municipal de Guantánamo, cuando intentaba buscar información sobre el juicio a los pastores evangélicos mencionados anteriormente.
En la frontera de México está la ex fiscal camagüeyana Rosabel Roca Sampedro, quien actuó en varios procesos judiciales contra algunos de los ciudadanos que participaron en las protestas del 11 de julio del 2021. Ella también espera por la entrevista que le permita entrar a EE.UU. porque ahora es otra “perseguida política”.
En La Florida vive como “perseguida política” la joven Yaiselys Darias Alonso, quien hasta el 2022 fue la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM), en la provincia de Villa Clara.
El último caso que ha tenido mayor difusión en las redes sociales es el de la exjueza Melody González Pedraza, quien presidió el Tribunal Municipal Popular de Encrucijada, provincia de Villa Clara hasta hace pocos meses. Melody llegó al Aeropuerto Internacional de Tampa, Florida, como beneficiaria del programa de parole humanitario, pero al negársele la entrada aplicó para el asilo político. Su caso está pendiente de decisión judicial.
En una información publicada el pasado sábado 29 de junio de 2024 por Cubanet, con el título “Exjueza cubana que pidió asilo en EE.UU. ofrece declaraciones”, consta esta frase de Melody: “Es muy difícil que hoy las personas entiendan que pienso diferente, y es muy difícil defenderme, pues en mis manos no tengo pruebas físicas”.
Tiene razón Melody, es muy difícil creerle a alguien que hasta hace poco fue miembro de la maquinaria represiva de la dictadura. Me pregunto: ¿Por qué no renunció a su trabajo como jueza cuándo descubrió todas las cosas ilegales que se hacían?
Cualquier joven recién graduado de una universidad puede ser asignado a un tribunal sin experiencia alguna en la carrera judicial-otro suceso que demuestra cuán deteriorada está la administración de justicia- pero le bastan solo dos o tres meses de práctica para aprender que los jueces no son independientes y que tienen que dictar sentencias injustas.
Sí, resulta difícil creerle ahora a Melody, después de que le negaron el parole humanitario, que ella es otra “perseguida política”. Pero más difícil es en estos mismos instantes la vida de los jóvenes que ella y otros muchos jueces han sancionado y sufren los malos tratos, la represión, la falta de atención médica y de alimentación adecuada, en las cárceles donde se encuentran. Los jueces que sirven a la dictadura no saben lo que significa un día, un solo día, en una de esas cárceles de las que se sale vivo por puro milagro.
El testimonio de Melody me pareció una desafinada “melodía” que clama por compasión, algo que desconozco si ella alguna vez sintió cuando fue jueza.
¿Piensa mal y acertarás?
Llegado a este punto reconozco que nadie tiene un calibrador de almas para saber si una persona como las mencionadas está realmente arrepentida.
No somos Dios y lo único que cuenta son los hechos. No en balde se afirma en la Biblia: “Por los hechos los conoceréis”. ¿Pero, por cuáles, los del pasado o los de ahora? Si tenemos en cuenta los de ahora son solo palabras, en cambio, en su pasado, hay acciones que demuestran su complicidad con la dictadura. Muchas veces, más rápido de lo que yo desearía, las autoridades del Servicio de Inmigración de los EE.UU. les creen y no hacen una verificación o un seguimiento de cada uno de estos casos.
Detrás de este arribo masivo de este tipo de personas, anteriormente muy afines a la dictadura y hoy convertidos en “perseguidos políticos”, puede haber algo oculto. Me aguijonea esta pregunta: “¿Y si están llegando a este país como parte de un plan bien estructurado y concebido por la dictadura?”.
Nada ocurre por casualidad. Varios sitios de noticias demostraron recientemente como detrás de las protestas estudiantiles en varias universidades del mundo hay personas estrechamente vinculadas con fuerzas radicales de la izquierda y con los extremistas musulmanes. Varias de esas personas que han liderado tales protestas no son estudiantes universitarios, sino agitadores políticos. Curiosamente, algunos de ellos visitaron Cuba poco antes del inicio de las protestas y otros, como Manuel de los Santos, es muy cercano a Miguel Díaz Canel Bermúdez. Lamentablemente la fábrica de tontos útiles todavía crea replicantes.
Desde la década de los años sesenta Fidel Castro logró establecer en los EE.UU. cédulas comunistas cuyo objetivo era realizar atentados terroristas en caso de que el ejército estadounidense atacara Cuba. Para nadie bien informado puede ser un secreto que la dictadura cubana trató de aniquilar a la sociedad americana mediante la droga, en alianza con los narcotraficantes colombianos y la narco- guerrilla de ese país. Fidel Castro sugirió a Nikita Krushev durante la crisis de los misiles que tomara la iniciativa y lanzara un ataque nuclear desde Cuba hacia los EE.UU., luego han sido descubiertos escandalosos casos de espionaje a favor del régimen de Cuba. Se sabe del programa de espionaje de China sobre los EE.UU. establecido en Cuba, ¡y todavía hay algunos políticos estadounidenses que afirman que Cuba no es un peligro!
La ingenuidad se paga muy caro en asuntos de seguridad política. El escaso tiempo que he vivido en los EE.UU. me han convencido de que muchos estadounidenses viven totalmente ajenos a la magnitud del peligro que se gesta y crece en su propio país.
El exilio cubano debería comenzar a gestar un proyecto para darle seguimiento a estas personas dentro de los EE.UU. Debería centrarse en la búsqueda de información para tener bien ubicadas a estas personas y demostrar sus verdaderas intenciones con el objetivo de que, llegado el momento, se pueda apelar al Servicio de Inmigración para que sean deportados inmediatamente a Cuba.
Roberto de Jesús Quiñones Haces
Miu bueno tú artículo que más que una denuncia constituye una advertencia de todo lo que se puede venir detrás de estos lobos vestidos de ovejas, de los comunistas no se puede esperar nada bueno pues toda la vida lo único que han hecho es sembrar el odio, la envidia y cuanto sentimiento negativo exista.
Muchas gracias por haber leído mi artículo y por su comentario Aurelio. Estoy a la espera de que mi hijo publique los dos últimos artículos que me publicó Cubanet.