Admiro profundamente a los sacerdotes de la Iglesia Católica por haber renunciado a su familia, a un proyecto de vida en pareja y por negarse a sí mismos para entregarse de lleno al prójimo.
Se requiere mucha decisión y fuerza interior para hacer eso.
En Cuba conocí a varios sacerdotes cubanos y extranjeros que me ayudaron mucho cuando estuve preso y después de salir de mis dos cárceles, cuando el ostracismo que padecí parecía que iba a aniquilarme. Esa ayuda que recibí fue la que me decidió a convertirme en un católico prácticamente cuando salí de prisión la primera vez, el 12 de agosto del 2003. Varios de esos sacerdotes-entre ellos tres Obispos-me marcaron definitivamente por su generosidad, enseñanzas y congruencia.
De más está decir que detrás de cada sacerdote de nuestra Iglesia siempre veo a un hombre de buena voluntad.
Pero en medio de la confusión y manipulación mediática que padece el mundo contemporáneo, muchas falsedades y verdades a medias sobre Cuba acaban siendo aceptadas como verdades absolutas por algunos, incluidas personas de nuestra Iglesia, quienes olvidan- como afirma la lectura de hoy viernes 12 de julio- que debemos “ser manos como palomas, pero astutos como serpientes”.
Debido a esa confusión y manipulación mediática, continuamos escuchando el eufemismo del embargo comercial de los EE.UU. sobre Cuba y también el reclamo de ciertos políticos y personalidades del mundo de la cultura que desean que Cuba salga de la lista de estados patrocinadores del terrorismo.
El pasado miércoles 10 de julio vi publicada en Cubadebate, la gruta de los talibanes del castrismo, una carta dirigida a Antony Blinken, secretario de Estado de los EE.UU., firmada por Monseñor Elias Zaydan, Obispo estadounidense que preside la Comisión Justicia y Paz de la Iglesia Católica en este país. En esa carta el Obispo pide al secretario de Estado que se excluya a Cuba de la mencionada lista, “por el bien del pueblo cubano”.
Apenas terminé de leer la carta me sentí incómodo y triste al percatarme de que alguien que preside esa comisión eclesial, la más vinculada con la Doctrina Social de la Iglesia Católica, donde se defiende y proclama el respeto a todos los derechos humanos, hiciera tal petición. Así que le escribí una carta a Monseñor Zaydan expresándole mi desacuerdo y ayer la eché en el correo.
Desconozco si el Obispo actuó por voluntad propia o por solicitud de terceros. Lo que sí sé es que su petición demuestra gran desconocimiento de la realidad cubana.
Es cierto que la inclusión de Cuba en esa lista perjudica al pueblo cubano, pero también lo es que excluirla de ella no le traerá ningún beneficio, todo lo contrario, servirá para fortalecer económica y políticamente a la castromafia.
Lo que muchas personas de buena voluntad olvidan es que la causa de la crisis cubana, ab initio, no es el diferendo Cuba-EE.UU., sino la traición de Fidel Castro a los documentos programáticos de la revolución cubana, entre los que se encuentran “La historia me absolverá”, “El Pacto de México” y “El Pacto de la Sierra Maestra”. Fidel Castro es el mayor traidor y el político más mentiroso de nuestra historia. También es el hombre que más daño hizo a nuestro país. Escribo en tiempo presente porque los mandantes de “la continuidad” practican los mismos métodos de su líder.
Hacer concesiones a la dictadura sin que esta ejecute acciones concretas que demuestren que va a saldar la enorme deuda histórica que aún tiene con los cubanos, y que no es otra que cumplir con la palabra empeñada en esos documentos, es una ingenuidad. Eso ha quedado bien demostrado por los 65 años de dictadura, incluyendo los errores de la administración de Barack Obama.
La dictadura cubana no es sólo cómplice del terrorismo internacional, sino que lo patrocina. Por eso volvió a ser incluida en esa lista en el 2021. Eso lo olvida, o lo desconoce, Monseñor Zaydan.
Pedir al gobierno de los EE.UU. que haga concesiones sin que la dictadura demuestre con acciones concretas que va a respetar todos los derechos humanos, civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de todos los cubanos, más que ayudar a nuestro sufrido pueblo, sería otro gesto a favor de quienes lo oprimen. Eso nada tiene que ver con el mensaje de Dios.
Como afirma el refrán atribuido a San Francisco de Sales: “De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”.
Roberto de Jesús Quiñones Haces