Este 14 de mayo se cumplen 76 años de la proclamación del Estado de Israel.
Solo un día después de ese acontecimiento histórico, fuerzas militares egipcias, iraquíes, libanesas, sirias y jordanas, apoyadas por voluntarios procedentes de Libia, Arabia Saudita y Yemen comenzaron la invasión del naciente estado que, de inmediato, contó con el reconocimiento de EE.UU. y la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Desde el 14 de mayo de 1948 hasta hoy Israel solo ha disfrutado esporádicos momentos de paz. Ese país pequeño geográficamente pero enorme en cuanto a su legado histórico, cultural y científico-que supera con creces al de todos los países musulmanes-ha vivido estos 76 años en permanente acoso por parte de sus enemigos. Sin embargo, a pesar de la supremacía de estos en cuanto a población, los israelíes les propinaron una contundente derrota en aquella primera batalla, en la cual tuvieron participación esencial las milicias paramilitares judías de autodefensa. Desde entonces, cada vez que los musulmanes se han atrevido a Israel han recibido aplastantes derrotas, entre las cuales una de las más significativas fue la de la llamada “Guerra de los seis días” en 1967.
Estoy en contra de toda injusticia y violencia y lamento profundamente el dolor de las personas inocentes que ahora mismo sufren las consecuencias del ataque terrorista perpetrado el pasado 7 de octubre por la organización terrorista Hamas, cuyos líderes, haciendo honor a su cobardía, se hallan a buen recaudo en Irán, Líbano o Siria.
Israel sabe perfectamente que lo que está en juego es su existencia como estado. La operación militar contra Hamas ha ofrecido abundante información acerca de cómo dicha organización ha usado al propio pueblo palestino como escudo y lo ha expuesto al peligro al cavar túneles debajo de hospitales y hasta de organizaciones de la ONU.
La decisión del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu de continuar la ofensiva hasta eliminar completamente a los terroristas de Hamas ha provocado las consecuencias propias de toda guerra y la ocasión ha sido aprovechada por las fuerzas de izquierda y el radicalismo musulmán para realizar protestas públicas en varios países, principalmente en los EE.UU. donde jóvenes universitarios manipulados por dirigentes de esas fuerzas han hecho gala de su violencia y antisemitismo.
El radicalismo musulmán y la izquierda internacional
Resulta muy triste constatar como este país permite la entrada a los musulmanes, les da cobija, les ofrece ayuda alimentaria, empleo, cobertura de salud y hasta educación gratuita y la respuesta que recibe de muchos de ellos es la oposición manifiesta y frontal a los valores que han hecho grande a esta nación, precisamente los que les han permitido a ellos vivir aquí recibiendo respeto y derechos, algo de lo que carecían en sus países.
No han sido pocos los intelectuales y líderes políticos que desde hace más de cuatro décadas han alertado acerca de la penetración musulmana en el mundo occidental. A pesar de ello, la peligrosa tendencia de restarle importancia a este fenómeno continúa extendiéndose y socavando las bases de nuestros valores. Unida a esa permisividad va el trabajo de orfebre de la izquierda traidora y antinacionalista, muy vinculada en cuanto a objetivos a los radicales musulmanes.
Recientemente he leído un comentario publicado por el eurodiputado Herman Tertsch en la red social X, donde llama la atención sobre recientes declaraciones del erudito islámico Anjem Chaudary, quien ante la CBN News afirmó sin tapujos que “lo más probable es que la democracia sea reemplazada por la ley islámica en el Reino Unido, Bélgica y Francia dentro de 15 a 20 años”. Según este religioso musulmán, a quien el eurodiputado califica como una persona mesurada, los musulmanes están obligados por Alá a quitarle el poder a los infieles-es decir, a nosotros los occidentales-abolir las leyes hechas por los hombres e imponer la ley de su Dios. Esa ley es la Sharia y sabemos cuál es su naturaleza. Chaudary considera que ese objetivo debe alcanzarse con la Sharia y con la espada y no sintió ningún rubor al confesarlo, porque, según él, los cristianos ya no tienen fuerzas para defenderse porque se han podrido.
En lo personal no tengo ninguna duda de que la izquierda internacional está confabulada desde que Antonio Gramsci formuló la estrategia de ir minando las instituciones occidentales con el evidente propósito de hacerlas implosionar. Desde el momento en que formuló esa idea hasta hoy los progresos obtenidos por la izquierda son evidentes, apreciables en el debilitamiento de la familia, el ataque a la religión, la manipulación de la historia y la ideología de género. En ese campo de batalla esas fuerzas han otorgado a las universidades un papel esencial.
A primera vista pudiera parecer que las protestas fueron-y continúan siendo- espontáneas y que el motivo han sido la continuación las operaciones militares de Israel en Gaza. Sin embargo, detrás de ese contexto hay varios nexos que desmantelan esa posible interpretación.
Un reciente artículo publicado por el politólogo Julio M. Shiling en “Patria de Martí” (https://patriademarti.com/pwa.html), titulado “El marxismo más que el antisemitismo es el responsable de los disturbios universitarios”, ofrece información sobre lo que ha estado ocurriendo y, sobre todo, pone al descubierto su trasfondo. Sagazmente Julio advierte que “para los analfabetos políticos, la causa palestina es fácil de vender”, olvidando que “la identidad palestina es una invención sintética y carece de base para reivindicaciones legítimas”. Y afirma: “Resulta decepcionante y peligroso ver cómo el grueso de la clase política estadounidense y los comentaristas en los medios de comunicación se detienen en los síntomas y no en la causa”.
Shiling también expone la relación existente entre las fuerzas que incitan a los desórdenes en las universidades con las personas que las proveen de cuantiosos fondos económicos.
Otra reciente y documentada investigación publicada por ADN Cuba, titulada “Activistas anti-Israel detrás de las protestas en la Universidad de Columbia entrenados en Cuba durante años”, respalda la idea de que detrás de estas protestas también se halla el castrismo, aliado histórico de los terroristas musulmanes.
Al cumplirse 76 años de la creación del Estado de Israel confío en que el pueblo judío saldrá triunfante frente a todas las amenazas del radicalismo musulmán y la izquierda internacional. No tengo la menor duda de que en esa batalla está en juego la existencia de Occidente y que Israel, como el pueblo elegido por el único Dios, es la primera trinchera contra el oscurantismo musulmán y sus aliados.
Roberto Jesús Quiñones Haces
Referencias: https://x.com/hermanntertsch/status/1787481621181890641?s=48&t=blPeftuIiSncqbnEo4wixg